El crimen y la violencia han existido durante siglos, en Latinoamérica y el Caribe, y en todo el mundo. Pero nuestra comprensión de por qué las personas cometen crímenes y por qué cometen crímenes en lugares determinados y no en otros sigue siendo incipiente. En algunos casos, los gobiernos han mejorado su investigación criminal o el control de áreas de alta delincuencia, también conocidas como puntos calientes. Pero para prevenir el crimen efectivamente se requiere una comprensión mucho más matizada de por qué los crímenes ocurren en un principio.
En varias ciudades colombianas, trataremos de lograr exactamente eso. De la misma manera que la tecnología ha permitido a la medicina profundizar en las causas de la enfermedad y desarrollar tratamientos más eficaces, “Big Data” permite un análisis más profundo de las causas de la delincuencia, para luego desarrollar intervenciones más efectivas para prevenir el crimen y responder cuando ocurre.
*Este artículo fue editado para mayor claridad y publicado con el permiso de Sin Miedos. No representa necesariamente las opiniones de InSight Crime. Vea el artículo original aquí.
Como lo dijo el vicepresidente de Colombia y exgeneral Oscar Naranjo, la actual era de la innovación tecnológica ha generado los datos y las herramientas necesarias para ir más allá de las recetas tradicionales en el control y la prevención del delito, y adoptar enfoques innovadores para entender y responder mejor a nuestros problemas más complejos.
Pero, ¿qué es exactamente Big Data y cómo puede ayudar?
Como dice Sandy Pentland, podemos entender el Big Data como las migajas de pan digitales que generamos en nuestro día a día. Datos derivados de llamadas telefónicas, pagos con tarjeta de crédito, interacciones en línea, uso de aplicaciones y muchos otros. Estas cantidades masivas de migajas digitales geocodificadas nos dan información sobre quién y cómo nos relacionamos, cómo nos movemos e interactuamos con los lugares que nos rodean, y qué caracteriza estos lugares, entre otros factores.
La mayoría de estos datos no son ni generados por el gobierno ni abiertos al público. Por lo general, están en manos de empresas privadas que ahora están empezando a pensar en la mejor manera de usarlos, tanto para los intereses privados como públicos. Algunas de estas empresas han llegado a acuerdos con instituciones de investigación para compartir segmentos de sus datos para que estas instituciones prueben su valor en la descripción y predicción de los fenómenos sociales y, en última instancia, para orientar recomendaciones de política pública.
Más allá de recetas tradicionales
Generalmente, las recetas tradicionales no sólo en la prevención del crimen, sino en el análisis de datos para el desarrollo, se han centrado en las características estáticas del individuo o de las comunidades. Estas incluyen, por ejemplo, el nivel socioeconómico, la edad, el género, el nivel educativo, el empleo y otros. Si bien estos son ciertamente útiles, el big data nos dice mucho sobre cómo nos relacionamos unos con otros.
Cada vez más, la literatura en sociología, psicología y física social ha demostrado que estos atributos y nuestras redes sociales influyen fuertemente en nuestros comportamientos y decisiones. Entonces, sólo tiene sentido complementar nuestras estadísticas existentes con estos datos para aprender más no sólo sobre las personas, sino también sobre sus redes e interacciones. De hecho, los análisis que usan Big Data ya han demostrado ser útiles para predecir la difusión de enfermedades, los niveles de crimen y los patrones de transporte.