La reestructuración de la seguridad nacional en la República Argentina requiere una mirada que los coach de liderazgo llamarían “separada del problema”. Una reforma fundacional no va a salir de adentro de las fuerzas. Es importante entender que sería de gran utilidad realizar las modificaciones necesarias para asignar el proyecto a un organismo específico y eventualmente designar un cuerpo de expertos con participación pública y privada ad hoc que diagnostique y planifique una reforma profunda durante el tiempo necesario junto con la implementación de un proceso de transición para mitigar riesgos y a su vez cumplir los objetivos propuestos con el consenso y en coordinación con los actuales organismos.
Autor: Ignacio Perez Rovere, Director de Operaciones de Dark Star Group, analista de Ares World Defense, miembro del Think Tank Defense and Security Group y asesor de entidades privadas y gubernamentales. ipr@darkstargroup.org
Buenos Aires, Argentina – Tras diversos eventos e incidentes que captaron la atención pública durante los últimos meses en Argentina, como cierta vulnerabilidad detectada en el sistema de seguridad presidencial, objeciones al empleo de fuerzas de seguridad contra manifestantes o grupos minoritarios violentos, y la crisis naval en ciernes, el actual gobierno argentino se encuentra ante el dilema de qué hacer con las estructuras actuales de defensa y seguridad. La estructura cerrada y corporativa de las mismas no estimula la libertad de opinión a sus miembros, por lo que el asesoramiento por parte de la mayoría de los interlocutores militares o de seguridad hacia los políticos, está por lo menos viciado de un conservadurismo o corporativismo que impide la sincera auto crítica, e incluso impiden un sincero diagnóstico o intercambio de ideas.
Es natural que funcionarios de fuerzas armadas y de seguridad en actividad o retirados con prestigio en sus respectivas fuerzas tengan miedo a las acusaciones de sus propios camaradas al plantear reformas que puedan ser entendidas como perder terreno, recibir el apoyo de especialistas fuera de la fuerza de la que pertenecen, priorizar asignaciones presupuestarias a fuerzas o armas ajenas, o simplemente reconocer que se está recorriendo un camino equivocado involucrando a actuales conductores. El mismo problema existe con los consultores independientes, ya que muchos de ellos tienen background en las fuerzas que son objeto de análisis, por lo que tienen un condicionamiento psicológico y social.
Desde el punto de vista de la cooperación, las instituciones (en Argentina y en el resto del mundo) son naturalmente egoístas a la hora de compartir información y recursos con otros organismos, lo que lleva a la duplicación de tareas, la compartimentación de la información y a la generación de vulnerabilidades, que bien podrían ser mitigadas con medidas preventivas y operaciones conjuntas. Muchas de las vulnerabilidades son generadas por guerras internas en busca de aumentar el espacio de poder en las que se perjudican unas a otras. De esta manera las fuerzas toman posiciones de autoprotección, siendo la primera norma que utilizan el no mostrar una debilidad en un área para evitar las reprimendas políticas o que la misión pueda ser asignada a otra fuerza, perdiendo toda capacidad de anticipación a las crisis al no reconocer vulnerabilidades.
Respecto a la especialización y a la posibilidad de conducir planes de reforma a largo plazo, los funcionarios militares rotan demasiado rápido como para estar interesados en cambiar un status quo, sumado a que muchas veces su expertise en una función no elegida sino asignada no es suficiente para comprender el camino para mejorar, y donde pedir colaboración puede ser interpretado como debilidad o incapacidad para su función. Tras muchos años donde existieron negociados y situaciones irregulares por parte de funcionarios militares y de seguridad cercanos al poder, pareciera que hoy es condición suficiente la honestidad y no necesariamente la idoneidad.
Normalmente los funcionarios de estas fuerzas utilizan el discreto consejo de ex miembros de las mismas que tienen, salvo contadas excepciones, una mirada cerrada y antigua de problemas nuevos y dinámicos, manteniéndose en el círculo vicioso, con el agravante de que normalmente tienen opiniones sesgadas por intereses de proveedores de equipos interesados en instalar sus productos. A su vez, los funcionarios de defensa y seguridad descreen de la capacidad de los políticos de cumplir promesas y objetivos a largo plazo, por lo que saben que lo único que les dará seguridad en sus carreras es el estar bien con sus superiores y no el ser sincero con funcionarios políticos que pueden cambiar de puesto o de opinión antes de lo esperado. También se observa como factor retardante que funcionarios políticos fallan en la conformación de equipos de expertos con aptitud para implementar proyectos que impliquen reformas estructurales.
Si el Gobierno Nacional finalmente se decidiera a encarar la reforma estructural mencionada, debería tener en cuenta que la naturaleza de la tarea por delante es sensible y en muchos aspectos confidencial, por lo que deben estar creadas las condiciones para que los equipos de trabajo que participen cumplan con reglamentaciones de acceso a la información, muchas de las cuales no existen en el país. Por otra parte, la opinión pública y en especial el periodismo tienen que entender que no se puede dar un debate tan sensible a puertas abiertas y con libre participación tal como están acostumbrados a ver. Es realmente vergonzoso el nivel de falta de control de la información por parte de miembros de las fuerzas y de los respectivos ministerios, ante cualquier crisis en forma viral cualquier ciudadano cuenta inmediatamente en cualquier red social en la que esté conectado de información confidencial o sensible que fue obtenida por peritos, funcionarios públicos, investigadores etc, y que más allá de poner en riesgo las operaciones, afectan a la reputación de las víctimas o familiares de los protagonistas de las crisis.
Hay un largo camino por recorrer, pero antes de comenzar hay muchas cosas tareas previas que preparar. Menciono a modo de ejemplo algunas de ellas: un profundo diagnóstico de situación que incluya un análisis de riesgos, la formación de equipos de estudio especiales, la definición y/o revisión del sistema de acceso a la información, la confirmación o re definición de objetivos estratégicos y de la misión de las instituciones, la implementación de un plan durante un período de transición, que puede implicar alianzas regionales para mitigar vulnerabilidades, la asignación del presupuesto correspondiente, y probablemente la creación de un organismo de coordinación de estas actividades. A partir de ahí comienza el trabajo. Analicemos estos factores en forma individual.
Diagnóstico
Hay dos aspectos a considerar en un diagnóstico de estas características. El primero es el Análisis de Riesgos, que significa identificar las situaciones equivalentes a las recientemente vividas que con cierta probabilidad de ocurrencia tengan un fuerte impacto (los eventos pueden ser incidentes en plantas nucleares, depósitos de munición, siniestros de aeronaves, actos de terrorismo, emergencias naturales, etc). Tal vez algún incidente de relevancia esté en proceso de ocurrir y pueda ser detectado a tiempo. Por otro lado, existen situaciones coyunturales a identificar como la necesidad de adaptar las Fuerzas Armadas y de Seguridad a las nuevas amenazas y al uso de la nueva tecnología. Hay deficiencias que muchos comparten, pero pocos se animan a mencionar, pero podemos enumerar algunas tomadas al azar en ambos ámbitos:
Ø La necesidad de tener una adecuada capacidad coordinada de respuesta a emergencias (inclusive eventos de terrorismo), lo que requiere la adecuación de la estructura de seguridad nacional y de capacitación de sus miembros. En este aspecto es necesaria la coordinación entre Fuerzas Armadas y de Seguridad.
Ø Una adecuada coordinación operativa entre Fuerzas Armadas, lo que requiere implementar definitivamente el concepto de “conjuntez”, centros de entrenamiento conjuntos con orientación al entrenamiento por misión, bases de datos conjuntas e inteligencia conjunta.
Ø Optimización tecnológica especialmente en lo que significa procesamiento de datos y ciberguerra en el caso militar. En este punto las Fuerzas de Seguridad deben poder contar con bases de datos unificadas y capacidad de chequeo de antecedentes y reporte de incidentes en tiempo real en todo el territorio nacional, y deben poder compartir información con el Poder Judicial Nacional y Provincial.
Ø Desarrollo de la industria nacional de defensa y seguridad. Esto significa un punto muy pocas veces desarrollado: el desarrollo de negocios, lo que significa buscar clientes, participar en eventos internacionales, y comenzar a ser realmente competitivos.
Ø Formación de un cuerpo de investigaciones que opere como organismo anticorrupción de las Fuerzas de Seguridad separado de las mismas. Es claro que el eje de la ineficiencia de las policías especialmente provinciales es la corrupción, muchas veces facilitando o regulando las operaciones del crimen organizado.
Ø Optimización de la seguridad presidencial. La misma tiene varios componentes que no tienen el mejor equipo ni la mejor relación entre sí. Es razonable organizar bajo la misma dependencia jerárquica (Casa Militar), un cuerpo profesional específico que cuente con su centro de entrenamiento, con su política de reclutamiento y con medios propios. Precisamente en este campo existen históricas disputas internas de poder como se mencionó al principio de la nota.
Ø La necesidad de reformular la educación de los cuadros de todas las Fuerzas para que se enseñen herramientas de liderazgo y resolución de problemas y en el caso de las Fuerzas de Seguridad en particular se tenga tolerancia cero al ingreso de aspirantes y cadetes con intenciones poco éticas.
Ø Reforma de las políticas de personal de las Fuerzas, priorizando el ascenso por capacidad y no por permanencia en la misma. Se debe fomentar la educación y capacitación, y ser inflexible en los casos de conductas delictivas.
Ø Re-estructuración de las unidades de las Fuerzas Armadas y de Seguridad. En el primer caso se pueden construir una cierta cantidad de bases conjuntas o “fuertes”, tal como existen en las FFAA Americanas (Fort Bragg, Fort Benning) con participación conjunta y/o interarmas y medidas de seguridad de infraestructura crítica. Hoy existen números regimientos o bases con mínima seguridad perimetral, sumamente vulnerables en caso de conflicto a las operaciones especiales de enemigos o insurgentes, y con una importante complejidad logística. Muchas veces estas bases o regimientos están cerca geográficamente entre sí, pero lejos de los elementos logísticos que necesitan. En la distribución territorial existen grandes unidades de combate alejadas de aeropuertos y de puertos, y así hay una gran cantidad de ejemplos, viéndose esta división inclusive en el territorio antártico.
Como se puede ver fácilmente al enumerar sólo algunos ejemplos que son la punta de un iceberg, se debe estudiar, catalogar y enumerar detalladamente aquello que no funciona dentro de las fuerzas, y desarrollar aquellas capacidades que no están implementadas, para lo que hay que basarse en modelos de éxito, lecciones aprendidas en operaciones por parte de otras fuerzas adaptadas a la realidad, y una profunda comprensión de los objetivos y proyectos políticos de los próximos años. Es claro que el camino es largo y profundo, y que lejos están las soluciones políticas que solo buscan contentar a la prensa y contener a los ciudadanos disconformes, a las que hemos estado acostumbrados en las últimas décadas. Como ejemplos de estas soluciones falsas están en el área seguridad la compra y exhibición de patrulleros por parte de intendentes y gobernadores, la reincorporación de policías retirados para aumentar el número y no la calidad, y ante los incidentes de delincuencia con víctimas los frecuentes cambios de cúpulas en sus cúpulas. En el campo de las Fuerzas Armadas el re-potenciamiento de material no prioritario. Pero el problema parece ser sistémico y no solo de funcionarios a reemplazar. ¿Qué es lo que falla? Las fuerzas tienen una organización y misión, pero principalmente un sistema de educación que debe ser adaptado a nuevos escenarios. El esquema actual fue diseñado para otras realidades y lo mismo le ha ocurrido a muchos otros países. Es natural que por las características mencionadas en estas instituciones los cambios no sean graduales y constantes sino que cada cierto período de año se deba reformular las misiones y estructura de las mismas, y cabe mencionar que hay ejemplos significativos de países vivieron estos desfasajes (lo hizo el Ejército Americano tras la guerra de Vietnam hasta adaptarse finalizados los ochenta, o el Ejército Inglés en los 80 re definido para cumplimentar la misión de lucha contra el terrorismo, el sistema de seguridad americano que tuvo que crear el Department of Homeland Security para crear la faltante “conjuntez” entre sus fuerzas lo que había permitido el accionar terrorista el 11 de septiembre, o la creación del nuevo Scotland Yard para combatir la corrupción policial e ineficiencia de la anterior institución en Gran Bretaña). Todos esos proyectos de cambio partieron de una crisis, de un informe de diagnóstico y de un plan.
Grupos de estudio especiales
Los mencionados países en numerosas oportunidades han atravesado estos cuellos de botella adoptando soluciones disímiles, ninguna mágica o inmediata, la gran mayoría dinámica y a largo plazo, pero con la firme decisión de llevarla a cabo.
Es interesante analizar el caso de los Estados Unidos de Norte América, donde el gobierno utiliza organizaciones promocionadas sin fines de lucro con participación privada como la RAND Corporation o la estatal DARPA, quienes permanentemente investigan y fomentan descubrimientos técnicos que brinden soluciones a las fuerzas armadas y de seguridad, cuyos estudios y opiniones de asesores son tomados en cuenta tanto en las decisiones de los altos mandos como en el campo parlamentario. Normalmente producen “White papers” o informes que son puestos a disposición de los funcionarios, y fomentan la participación de todos los ciudadanos o empresas como medio de canalizar sus ideas cuando puedan aportar soluciones hacia los receptores adecuados.
Argentina tiene una oportunidad de favorecer este tipo de organizaciones, creando un Think Tank específico para las áreas de estudio, donde tanto representantes de la industria como expertos en determinadas áreas debatan y documenten soluciones superadoras en sus áreas de expertise, y sin fines de lucro, puedan colaborar con la gestión pública. De esta manera cuando tras algunos años de implementación haya funcionarios de defensa o seguridad los actuales funcionarios de defensa y seguridad se encuentren retirados o en otros destinos, la continuidad del proyecto puede estar asegurada.